|
El literato quiteño falleció el pasado jueves. Poesía, teatro, ensayo y novela son parte de su obra.
“Méteme, Dios, en la celada celda / Insaciable, celoso / muerde la entraña, Dios, / bebe, mi pozo / olvidado y profundo, te estremezca / la vasta sed de gozo”.
Este verso pertenece al poemario Nada más el verbo (1969), considerado una obra esencial de la poesía ecuatoriana. Su autor, el escritor quiteño Francisco Granizo, falleció el jueves por la mañana a causa de un problema intestinal, a los 83 años.
Perteneciente a una generación importante dentro de las letras ecuatorianas -los nacidos entre el 25 y el 30- Granizo está considerado entre los más grandes poetas de su tiempo junto con Jorge Enrique Adoum y Efraín Jara.
Su obra es descrita por el poeta Edwin Madrid como “de estilo clásico, pero con un fuerte componente de vanguardia latinoamericana”.
Él junto con el escritor Alfonso Espinosa identifican como una de sus obras fundamentales a Muerte y Caza de la madre, publicada en 1978. “Se trata de un largo poema hermético y barroco, en el que en realidad se devela la búsqueda de la amada y el fracaso del intento”, agrega Espinosa.
Para Madrid, esta obra es importante porque introduce el poema en prosa dentro de la escena nacional. “Se trata de un poema muy enriquecedor, de corte amatorio no explícito, abordado con una gran valentía y belleza poco logradas en este género”.
Su obra poética no es extensa. “Se trata de un poeta con una obra paciente”, explica Espinosa. Por el breve polvo (1948); La piedra (1958); Nada más el verbo (1969); Muerte y caza de la madre (1978), reeditado en 1989, edición que incluye Sonetos del amor total, son sus títulos en poesía.
En 2002 publicó una especie de novela, La piscina, que según narra Espinosa, Tobar la describía como “una pirueta mística sobre una cuerda floja existencial”. El último libro que se publicó de su obra fue el volumen Poesía junta, por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en 2005.
Como “un poeta casi de culto, leído por pequeños grupos”, lo define Madrid, quien incluyó la poesía de Tobar en la Antología de la poesía ecuatoriana del siglo XX, editada en Madrid por Visor.
Pese a haber aparecido en algunos compendios de poesía, a Granizo, a juicio de Espinosa, “se le debe una lectura crítica a profundidad”.
No existen estudios críticos y según ambos poetas es imperante un concienzudo análisis, discusión y difusión de su poesía, más allá de decir si es buena o no. No obstante, para Madrid, “la obra de Paco Granizo es de lo mejor que se ha escrito en el país”.
La razón de este “ostracismo”, según Espinosa, es que él sufrió consecuencias extrañas por parte de los intelectuales y la crítica de izquierda en su época, quienes, pese a leerlo, lo veían como un aristócrata formado por jesuitas. “La izquierda renegaba de él”.
Por el otro lado la suerte no fue mejor. La cultura de derecha no lo acogió por motivos de su vida privada. “Estaba moralmente descalificado”, explica Espinosa. Granizo pasó una temporada preso por un caso confuso de homicidio, lo cual en los años setenta causó un escándalo social.
Para Madrid, su vida personal incluso lo llevó a la ruina moral en el campo profesional, aunque esa faceta íntima fue importante dentro de su poesía.
No obstante, la escritora y crítica Margarita Guarderas lo describe como “una personalidad que, a más de su enorme talento poético, posee una tal dignidad, una sencillez llena de altura, una dedicación seria y silenciosa a la poesía sin vanidad o superfluo de ninguna clase”. | | |
|